Descarga las memorias del II Congreso de Biomedicina 2019 (Loja-Ecuador)
Categoría: Santiago Guerrero, PhD.
Sci-Hub cumplió el sueño de Aaron Swarts: sobre el libre acceso a la ciencia
La mayoría de investigaciones científicas, subvencionadas por los Estados, son distribuidas por grandes editoriales, previo pago, a la comunidad social y científica. Es decir, los ciudadanos contribuyen dos veces: para financiar las investigaciones y luego para tener acceso a sus resultados. Este sistema antiético ha sido evadido por el popular sitio web Sci-Hub, que otorga acceso masivo y público a millones de artículos de investigación. Su fundadora, Alexandra Elbakyan, busca que la información científica no sea restringida. Sin embargo, la lucha por el libre acceso a la ciencia tuvo un fundador: Aaron Swarts.
Aaron Swartz, quien nació en 1986 en EE. UU., fue un genio autodidacta, programador, escritor y hacktivista (acrónimo de hacker y activismo, utiliza herramientas computacionales para alcanzar fines políticos). Swartz estuvo involucrado en una serie de procesos relacionados al libre acceso a la información. Cuando apenas tenía 13 años, Swartz creó el sitio web theinfo.org en 1999, el cual compartía la misma visión de Wikipedia (creado 2 años después). Durante su adolescencia, Aaron contribuyó al desarrollo inicial de Creative Commons (CC), una organización sin fines de lucro que ha desarrollado licencias que facilitan el uso e intercambio de obras académicas. Actualmente, las revistas científicas de acceso abierto emplean la licencia CC 4.0 que permite usar y compartir el contenido científico sin restricciones.
En 2008, Swartz escribió su ampliamente circulado Guerilla Open Access Manifesto. En dicho documento escribe: “La información es poder. Pero como todo poder, hay quienes quieren quedarse con él. Todo el patrimonio cultural y científico del mundo, publicado durante siglos en libros y diarios, continúa siendo digitalizado y guardado por un puñado de corporaciones privadas”. Respecto a esto, Swartz sorteó el repositorio digital denominado Journal Storage (JSTOR) para descargar artículos científicos en masse, a través de la red de computadoras del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en 2011.
Poco después, Swartz fue arrestado y procesado por 9 delitos federales, contemplándose una pena máxima de 50 años de prisión y una multa de 1 millón de dólares. Enfrentándose a un posible encarcelamiento, Swartz se suicidó el 11 de enero de 2013, a los 26 años. Su historia ha sido finalmente documentada en 3 obras cinematográficas: The Internet’s Own Boy: The Story of Aaron Swartz, Killswitch y Patriot of the Web. De igual manera, una corte de EE. UU. condenó a Sci-Hub a pagar una indemnización de 15 millones de dólares a la editorial Elsevier; sin embargo, Elbakyan continúa realizando sus esfuerzos de manera clandestina.
En países en vías de desarrollo, como Ecuador, el acceso legal a las revistas académicas de pago es una utopía. Esto se debe principalmente a las tarifas excesivas que imponen las grandes editoriales. En este contexto, la universidad de California, cuyo presupuesto es de 34.3 mil millones de dólares, anunció que dejará de pagar las suscripciones a las revistas publicadas por Elsevier. Sin la lucha iniciada por Swartz, el esfuerzo continuo de Sci-Hub y los movimientos que promueven el acceso abierto, la investigación científica de los países en vías de desarrollo estaría todavía más atrasada.
Articulo originalmente publicado en Redacción Médica Ecuador.
Investigando en el tercer mundo
La investigación y el desarrollo científico ecuatorianos han aumentado considerablemente en los últimos años en términos de talento humano, infraestructura, políticas educativas, etc. Sin embargo, ¿es esto suficiente para librarnos del tercermundismo científico? Después de nueve años trabajando en centros de investigación europeos, quiero compartir mis principales impresiones, descritas en cuatro puntos.
Sin lugar a dudas, la visión más alejada de una academia de excelencia es priorizar la cantidad sobre la calidad y el impacto de los artículos científicos. En ciertas universidades ecuatorianas se exigen de 2 a 3 artículos de primer o último autor por año, algo difícil de lograr en la mayoría de áreas científicas. ¿Cuáles son las consecuencias? Los investigadores se ven obligados a dividir sus investigaciones y a difundirlas en revistas de bajo impacto o incluso en revistas depredadoras; esto ocasiona que dichos artículos sean muy poco citados, lo que a su vez, reduce la visibilidad de la investigación ecuatoriana internacionalmente y afecta al prestigio de nuestros investigadores (índice h). ¡Esta visión nos afecta como país!
Conoce más sobre el índice h en este ensayo: Indicadores engañosos. Por: Mauricio Moreno-Zambrano, PhD(c)
En segundo lugar, hay que contar con la carga administrativa, la cual obstaculiza varios aspectos que van desde asuntos internos hasta programas de financiamiento. Por dar un ejemplo, hace poco solicité a un financiamiento del International Centre for Genetic Engineering and Biotechnology; después de un fin de semana de trabajo y tan solo un formulario completado, el proceso de solicitud terminó. Esto contrasta radicalmente con la mayoría de programas nacionales, cuyos procesos de solicitud son extremadamente lentos y están repletos de formularios. ¿Cómo es posible que un grupo de investigación tenga que bloquear un mes de trabajo para presentar su candidatura para dichos financiamientos?
En tercer lugar, la adquisición de insumos de laboratorio, que a su vez se ve claramente entorpecida por la burocracia, es una verdadera dificultad. No existe una industria biotecnológica nacional que genere estos reactivos y las grandes empresas biotecnológicas no tienen sedes industriales aquí. La consecuencia es que, al importarlos, su precio es casi el doble comparado con Europa y EE.UU. Y no solo es eso: un reactivo esencial puede demorarse hasta tres meses en llegar, comparado con la semana que tarda en Europa. La solución es obvia: la importación de todos los insumos de investigación debe agilitarse administrativamente y estar libre de impuestos.
Tal vez el punto que nos entristece más es la falta de visión y apoyo por parte de los centros de salud, que carecen de directrices de investigación. Yo particularmente tengo dos proyectos, con un financiamiento ya establecido, que simplemente están en un «limbo hospitalario» por varias razones que no tienen sentido. Son proyectos cuyo único objetivo es mejorar la calidad de vida de los enfermos de cáncer. ¿Por qué es tan difícil ver algo tan evidente? Ha pasado ya un año y la situación sigue igual.
A pesar del rechazo que siento por el término ‘tercer mundo’, he de reconocer que no hay mejor manera de describir lo que vivimos día a día. Sin embargo, y de manera esperanzadora, estoy rodeado de científicos jóvenes, ex compañeros universitarios, que nos formamos en el extranjero y hemos regresado para retomar la lucha de nuestros profesores. La causa de todas estas trabas se reduce a una cuestión política: estamos excluidos y somos poco escuchados en la toma de decisiones que afectan a todo el país. Nuestro aporte no está basado en creencias religiosas o culturales, sino en la ciencia, en los hechos.
Articulo originalmente publicado en Redacción Médica Ecuador.
Marihuana contra el cáncer: un remedio condenado por tabúes
La marihuana, clasificada por Carl Linnaeus como Cannabis sativa en 1753, lleva usándose como planta medicinal desde hace al menos 3000 años, según los registros históricos. Esto ha dado lugar a varias investigaciones fundamentales y clínicas que estudian los efectos de sus componentes activos, llamados cannabinoides. Es sabido que algunos enfermos de cáncer hacen uso del cannabis para combatir ciertos efectos secundarios de la enfermedad, pero no solamente es útil para aliviar dichos efectos: los cannabinoides también pueden ayudar a tratar la propia enfermedad. Sin embargo, las investigaciones sobre sus aplicaciones no se conocen muy bien: ¿qué sabemos realmente sobre este asunto?, ¿qué se ha podido demostrar a día de hoy para la toma de decisiones en el uso del cannabis?
Un paciente con cáncer que recibe quimioterapia suele sufrir náuseas, vómitos incesantes y pérdida de apetito, lo que puede causar serias complicaciones a posteriori. Estos efectos secundarios pueden verse reducidos con la ayuda de la marihuana,que alivia el dolor, disminuye las náuseas y estimula el apetito; existen incluso algunos medicamentos cannabinoides aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU con el mismo propósito. Los pacientes bajo tratamiento químico también sufren dolores de cabeza, molestias musculares, dolor estomacal y daños derivados del sistema nervioso, como dolores punzantes o entumecimiento. No hay duda de que existen evidencias científicas contundentes de que la marihuana es beneficiosa para tratar dicha sintomatología.
Un estudio publicado en la revista Urology, que llevó a cabo un seguimiento en más de 84.000 hombres durante 16 años, concluyó que el cáncer de vejiga es un 45 por ciento más bajo en los consumidores de cannabis. Otro trabajo, publicado en el Journal of the American Medical Association demostró, tras un estudio en más de 5000 personas durante 20 años, que el Cannabis no ocasiona daños en la función pulmonar, al contrario que el tabaco. Esto último, por lo tanto, contradice a esa preocupación constante de que la marihuana pueda tener efectos adversos en los pulmones debido a que su humo contiene sustancias similares a las del tabaco.
Los estudios de laboratorio en líneas celulares humanas y modelos animales son prometedores y muestran que los cannabinoides podrían usarse incluso como tratamiento anticancerígeno. En pruebas con ratones, se ha observado que los cannabinoides poseen propiedades antitumorales, ya que bloquean el desarrollo de vasos sanguíneos, necesarios para el crecimiento del tumor. Otro estudio, de nuevo en modelos animales, señaló que el cannabinoide delta-9-THC es capaz de dañar o destruir células de cáncer de hígado. En estudios sobre el cáncer de mama, se demostró que el cannabionoide CBD induce la muerte de las células cancerosas y que, además, tiene un efecto mínimo en las células sanas; por si fuera poco, se descubrió que, gracias a este cannabinoide, las células culpables del cáncer de mama perdían facultades para extenderse por los tejidos y causar metástasis. Sin embargo, estas hipótesis deben ir más allá de la experimentación en animales y pasar a realizarse en humanos.
Mientras que algunos países han legalizado incluso el uso recreacional de esta planta, en Ecuador todavía se sigue debatiendo su uso medicinal. Este debate y sus subsecuentes decisiones legislativas deberían basarse en hechos científicos como los expuestos anteriormente. El poder legislativo de nuestro país tiene que estar asesorado por la comunidad científica ecuatoriana y no por individuos que alimentan creencias pseudocientíficas motivadas por uno de los tabúes más incrustados en nuestra sociedad.
Articulo originalmente publicado en Redacción Médica Ecuador.
¿Está el biohacking a un paso del bioterrorismo?
El biohacking es un movimiento biotecnológico social a través del cual los ciudadanos comunes (biohackers) realizan experimentos similares a los que se efectúan en instituciones de investigación. Esta tendencia nace del concepto Biología do-it-yourself (Biología DIY) o Biología hecha en casa e intenta demostrar que un individuo no necesita ser científico para aportar algo al conocimiento humano o resolver problemas de la sociedad. La Biología DIY es realizada por individuos con poca o ninguna experiencia en investigación, pero dirigida por científicos de amplia trayectoria. Si bien es cierto que este movimiento se toma muy en serio la bioseguridad, últimamente se han reportado experimentos irresponsables y casos que rozan el bioterrorismo.
La Biología DIY es una comunidad mundial con laboratorios comunitarios repartidos principalmente por Estados Unidos (ej. Biocurious) y Europa (ej. DIYBio Barcelona). Dichos espacios están dirigidos por expertos científicos que cumplen estrictamente las normas de bioseguridad y bioética. Son laboratorios de aprendizaje donde los biohackers proponen proyectos enfocados a diversas áreas: biomedicina, biorremediación, entre otras. La Biología hecha en casa es una tendencia vanguardista que impulsa la innovación biotecnológica y promueve la comprensión pública de la ciencia.
El lado oscuro del biohacking está personificado por individuos que se autoadministran terapias biológicas nunca antes probadas en seres humanos. El ejemplo más claro lo llevó a cabo un individuo que se inyectó todo lo necesario para editar su genoma. Su objetivo era sencillo: aumentar su masa muscular. Para ello utilizó la técnica CRISPR-Cas9, que anularía la expresión del gen de la miostatina. Dicho gen expresa una proteína que inhibe el crecimiento de las células musculares; sin embargo, el resultado no fue el deseado y aún se desconocen las consecuencias que este experimento pudo tener en su organismo. Otro caso controvertido se dio a partir de una publicación del grupo de David Evans en enero de 2018 en la revista PLOS One.
El artículo mostraba cómo, a partir de secuencias de ADN sintético, se pudo reconstruir el virus de la viruela equina. Aunque este virus es inocuo para el ser humano, el artículo da las bases para la reconstrucción de cualquier poxvirus, incluido el de la viruela humana. Este último, ya erradicado por completo, tuvo en su día una alta tasa de mortalidad y fue causante de grandes epidemias en todo el mundo.
Todo esto puede resultar meramente anecdótico siempre y cuando estas técnicas no caigan en malas manos, ya que las consecuencias de un mal uso de la ciencia DIY con fines destructivos podría tener efectos nefastos en la sociedad y en la ciencia. Afortunadamente, es muy improbable que se lleguen a reconstruir virus de este tipo, ya que las empresas de síntesis controlan sus pedidos y existen prohibiciones legales sobre este tipo de prácticas. Es importante que el biohacking no resulte perjudicado por este tipo de controversias, más bien debe ser potenciado por las instituciones públicas y privadas de investigación, para así evitar que evolucione de manera clandestina e imprudente.
Articulo originalmente publicado en Agencia iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología