La leche de tu madre

El derecho a la lactancia materna se ha conseguido en el mundo a través de muchos estudios y políticas públicas. La lactancia se ha asegurado mediante leyes. Por ejemplo,  los espacios y disposición de tiempo para su práctica en trabajadoras que están amamantando. La lactancia tiene su lógica científica. Se ha comprobado que las personas que lactan en su niñez temprana, hasta los 6 meses de nacidos, se protegen de infecciones por los anticuerpos que proporciona la leche, se asegura también protección contra la neumonía y diarreas que son causa de la mayor tasa de mortalidad infantil en los países en vías de desarrollo. Adultos que fueron alimentados con leche materna están protegidos contra la obesidad, el cáncer de ovario y mama al revisar las estadísticas. Se conoce que 20 mil madres que dan de lactar estarán protegidas de cáncer de mama cada año. El beneficio de la lactancia no es solo alimenticio, el vínculo madre-hijo y el desarrollo psicológico y mental se consolidan.

Las fórmulas enlatadas pueden ser un buen auxiliar en casos concretos, pero elevan hasta un 15% el desarrollo de alergias a las proteínas y síndromes de mala absorción, rinitis, asma, muerte de cuna. La leche materna tiene 1500 componentes nutricionales naturales, versus 350 de la leche artificial. Tomar leche materna disminuye 2,5 veces el riesgo de enfermedad en el recién nacido, 25 veces más protección contra la diarrea, 3 veces más protección contra la neumonía; además la lactancia es un protector del embarazo en un 30%,  más que cualquier programa de anticoncepción. Las fórmulas pueden consumir entre el 25 al 50% del ingreso familiar. Se calcula que 4 mil recién nacidos mueren al día por uso de leches alternas a la de la madre, justo porque el uso de biberones tiene alto riesgo de contaminación con aguas no aptas o por falta de esterilización de los chupones.

Por toda esta evidencia, ha dejado estupefacta la noticia de que “Estados Unidos amenazó con sanciones comerciales y con retirar ayuda militar crucial, además de que insinuó quitar fondos a la Organización Mundial de la Salud (OMS), a fin de bloquear una resolución de apoyo a la lactancia materna, según The New York Times (NYT)”. Agrega la noticia que existe una franca oposición a que la OMS apruebe un texto basado en décadas de investigación, que promueve la lactancia materna como saludable y protectora de la salud del lactante y que los países deben esforzarse por limitar la comercialización engañosa e inexacta de sustitutos.

Es claro que con esta postura se está alineando con los intereses de los fabricantes de fórmulas para lactantes, ocultando incluso fuertes evidencias sobre efectos adversos de muchas de las fórmulas artificiales. Según informa el NYT, se amenazó a varios países como México, Canadá y Ecuador; éste último se habría retirado como proponente de la Resolución. Las amenazas llegan a la propia OMS.

Estos hechos no llaman la atención, se suman a otros como evitar etiquetado de advertencia sobre comida chatarra, transgénicos, bebidas con azúcar, o en un freno a reducir precios de fármacos, en una clara injerencia sobre políticas de salud mundial probadas y basadas en evidencias científicas y médicas.

El negocio de la leche es tremendamente influyente en el mundo financiero y ahora en las políticas de expansión de mercados y posicionamiento geopolítico. La lactancia materna podría prevenir 800 mil muertes anualmente y lograr el ahorro de 300 millones de dólares por reducción de costos en atenciones de salud. Se habla de 70 mil millones de dólares que mueve el negocio de leches sintéticas y fórmulas, que se ve ahora reducido por políticas públicas de salud al incentivarse la leche materna. Nuevamente, la visión del negocio antes que el de la salud, trata de dominar el mundo; posiblemente lo logre con apoyo de países pequeños, con poca personalidad y casi neocolonias.

En los países en vías de desarrollo, los de economías débiles o pobres, entre un 30 al 50% de recién nacidos no reciben leche materna. Pese a las grandes campañas de lactancia materna, aún existe un 20% de niños que reciben leche artificial y un 10% mixta. Según Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del Ecuador 2011-2013 (ENSANUT), se afirma que en Ecuador, hasta el primer mes de vida, el 52.4% de bebés se alimentaron exclusivamente con leche materna; para el grupo de 2 a 3 meses de edad, la lactancia materna exclusiva bajó al 48%; y, entre los niños de 4 a 5 meses disminuyó a 34,7%.

Es curios que las políticas de desacreditación a las evidencias científicas, que invaden incluso a las alertas sobre el calentamiento global y los cambios ambientales, son sistemáticamente auspiciadas por uno de los países más involucrados y afectados por éstos fenómenos. Ahora se cuestiona la leche materna pero son ellos los que padecen una epidemia de trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes, frutos de la opulencia de un sector que tiene una mala nutrición.

Demasiadas razones científicas, sociales, económicas y humanas para apoyar, promover y cuidar la lactancia materna. Si bien el Ministerio de Salud del Ecuador ha difundido comunicados a favor de la lactancia materna, no hay protestas sobre la noticia originada en New York Times, por tanto la duda persiste sobre las presiones que los gobiernos débiles reciben y ceden en aras de prebendas, adulos y entreguismos. Es simplemente vergonzoso.

Imagen: 

 

El aborto, tema postergado

Tanto el Código penal como el actual Código de salud penalizan el aborto y no hay quien, en el Gobierno, plantee un argumento contundente y claro, para que se incluya dentro de la ley la posibilidad individual, libre y voluntaria de interrumpir un embarazo.

La mayoría de países con alto desarrollo (39,5%) no tienen restricciones para el aborto. Pero mientras más subdesarrollados estén los países y mientras más esté la religión unida al Estado –de forma directa o tácita–, las restricciones sobre el aborto son mayores. Solo un 25,5% lo aprueban para salvar la vida de la madre; un 21,3% lo aceptan por razones socioeconómicas, y un 13,8% para preservar la salud.

En el mundo, desde el 2014, se han producido 25 millones de abortos peligrosos, es decir en malas condiciones de asistencia sanitaria para la mujer, lo que representa el 45% de todos los abortos. El 95% de estos abortos mal practicados se produce en África, Asia y América Latina, lo cual determina 23 mil muertes de madres al año. En el Ecuador, en 10 años se registraron 430 mil abortos –y la mitad clandestinos–, con una mortalidad de madres del 14%.

Resulta curioso que en los países donde es permitido el aborto, las campañas de educación, el uso de anticonceptivos (incluyendo la píldora del día después), de manera irrestricta, y la conciencia de los derechos reproductivos, son mayores que en los otros países. Las cifras muestran una tasa de abortos baja en los países que lo permiten, si se compara con el aumento de esa misma tasa cuando las leyes son más severas.

Esto significa que, aunque exista mayor presión legal y moral, no habrá cambios en las tasas de aborto sin campañas de educación y ejercicio de los derechos reproductivos. De otro lado, si la tasa de abortos se mantuviera igual, la posibilidad de permitir el aborto por lo menos haría bajar la tasa de mortalidad materna.

El aborto no debería pasar por una discusión religiosa, pero en el Ecuador la presión en este sentido es tremendamente alienante para la población. No se informa a la población, por ejemplo, que en Italia, sede del Vaticano, el aborto está vigente desde hace 40 años. Ni siquiera se menciona las doctrinas de Santo Tomás o de San Agustín, que consideran que el embrión no tiene alma. Tampoco se utiliza las encuestas sociales, en las cuales se refleja que el 66% de las sociedades católicas está a favor de la interrupción del embarazo por causales médicas, por violación y por problemas genéticos y malformativos en el producto. Estos países no necesitan de referéndums para resolver los problemas complejos alrededor del aborto.

Desde el punto de vista genético, y a la luz de los datos genómicos actuales, ya ni siquiera se discute sobre si el embrión es o no vida. De hecho, las células originarias de los óvulos y de los espermatozoides tienen vida, como la tiene cualquier otra célula. El tema central biomédico discute si el embrión es un individuo o una persona y aquí la Genómica actual tiene mucho que decir. Esto ha sido explicado con claridad por varios científicos, como el biólogo y doctor en ciencias químicas Alberto Komblihtt, quien recientemente dio un discurso ilustrativo en el Congreso de la Nación en Argentina.

Hoy se sabe que una vez formado el embrión, este es solo un cúmulo de células con determinantes genéticas que lo llevarán, si todo sale bien, a desarrollar un ser humano autónomo. Es clave en este camino la relación biológica con la madre, ya que se activan o no algunos genes y secuencias de ADN que comandan funciones. Por tanto, el embrión solo no podría vivir. La placenta incluso induce a la activación de genes del embrión. Como somos mamíferos placentarios, sin placenta no podríamos vivir, pero tampoco podríamos activar genes.

De la misma manera, durante el crecimiento y desarrollo de embrión a feto, existen determinantes genéticas y genómicas, que hacen del producto del embarazo un ser inviable por sí solo. Se podría decir que el producto es solo un órgano más de la madre, ya que sin ella no existiría. Incluso, es pertinente conocer que luego del nacimiento, cuando aún no ha madurado el sistema nervioso ni el cerebro, se necesitan casi 2 años para que esta madurez llegue y se activen y desactiven genes, para lograr un individuo con salud biopsicosocial. Es este proceso de activación y desactivación de genes el que se relaciona con la llamada Epigenética, o sea la modulación genómica por influencias externas. Por eso, a la pregunta de si el embrión es o no persona, se responde con un no, pues faltan muchas funciones del ADN para llegar a serlo. Así, en el aborto o en la interrupción del embarazo, en cualquier estadio, no se puede considerar que se trata de una persona ni siquiera jurídicamente hablando. Por tanto, la interrupción de un embarazo en estado embrionario no debería producir problemas de interpretación de la vida en términos de persona.

El problema surge por las implicaciones morales o de creencia sobre la vida humana pero no por hechos biomédicos. La Biología moderna solo define la vida, mas no la vida humana. El resto son concepciones impuestas según el grado de desarrollo de la conciencia o por la idea arraigada de que somos la especie superior en la Tierra.

Para la Biomedicina el embrión es un cúmulo más o menos definido de células vivas y no es por sí mismo un individuo. ¿Qué sentido entonces tendría el equiparar a una persona con un embrión?, pues biológicamente no son lo mismo. De igual manera, ¿qué sentido tendría penalizar el aborto, si el producto no es considerado persona, sino embrión?

Dentro de los derechos de las madres está el derecho al diagnóstico prenatal. Este debería incluirse en cualquier plan de salud, como una prestación de salud, que además brinde la alternativa de interrupción terapéutica del embarazo en caso de detectar algún problema genético. Como no es así, en forma absurda se responsabiliza a la madre y a la familia de la atención de por vida de un hijo con problemas graves y costosos, y así el Estado y la sociedad se desentienden del problema. Esta práctica evidencia la doble moral del Estado y de las sociedades opuestas a la despenalización del aborto. Sin que el Estado brinde las herramientas adecuadas económicas, sociales y de salud, para la prevención de los embarazos o para la interrupción de los mismos en casos de violación o malformaciones genéticas, se condena el aborto.

Finalmente, es importante reconocer que se debe proteger la vida de un embarazo, pero debe existir la posibilidad legal de que una madre libre y voluntariamente lo interrumpa, si no por cualquier causal, al menos que se considere en casos de violación o por problemas malformativos y genéticos. Quienes hacen las leyes deberían entender que en torno al estatus del embrión la discusión debe superar los aspectos legales, morales y religiosos, y darle crédito a la ciencia. También es preciso diferenciar las creencias y dogmas sobre el embarazo, de las evidencias científicas. Existe el hecho real de los abortos y por tanto se debe apuntalar a leyes con perspectiva científica, de salud y de equidad socioeconómica.

Epigenética y cáncer

El cáncer desde el punto de vista genético y genómico presenta variaciones importantes en su molécula primordial, el ADN. Estas variaciones involucran al individuo y también a su etnia o región de hábitat. Las variantes llaman la atención investigativa porque explican los resultados iniciales o finales de la enfermedad. Adicionalmente pasamos de un diagnóstico clínico-patológico, al genético y genómico gracias a las técnicas omicas, lo que determina una manera diferente y nueva de enfrentar el cáncer.

A parte de todos los genes conocidos e involucrados en el cáncer: reparación, apoptosis, oncogenes, genes supresores de tumores, microARNs, entre los principales, se pone atención actualmente a la epigenética, es decir, modulaciones de la relación genes-ambiente, que producen biomarcadores relacionados a la metilación o demetilación del ADN, los ARN no codificantes y los ARN largos, que modifican la expresión de los genes. Estos biomarcadores de sangre, fluidos o tejidos, proporcionan una guía efectiva para diagnóstico, pronóstico o predicción del cáncer.

Un biomarcador de cáncer debe caracterizarse por tener origen en el tejido y de manera temprana, producirse y detectarse en todo individuos con un cáncer, ser específico de un tejido u órgano, ser obtenible de manera sencilla en fluidos o tejidos, tener correlación con el volumen del tumor o con el comportamiento del cáncer, tener una vida media corta para que su evaluación sea informativa a los cambios del cáncer y a su estadio en el tiempo y responder eficientemente a una metodología de evaluación estandarizada. Hoy tenemos la metodología para ello, es la secuenciación masiva.

Se puede evaluar los biomarcadores epigenéticos en el cáncer, valorando dinocleótidos de las islas Citocinas-Purina-Guanina. La alta sensibilidad y especificidad de las pruebas epigenéticas, surten efecto en el seguimiento y control de la enfermedad, respuesta a tratamiento, refuerzos y evolución. Cáncer de pulmón, colon, próstata, entre otros muestran comportamientos diferentes en su epigenetica tumoral.

Las técnicas de evaluación de genomas completos, de exomas o transcriptomas, en fluidos circulantes y biopsia líquida, hacen posible diagnósticos no invasivos seguros. Así por ejemplo 4 genes demetilados en el cáncer de pulmón proporcionan información precisa: BCAT1, CDO1, TRIM58, ZNF177, igual en cáncer de colon los genes PRESEPT, NCT00, NCT01, SEPT9.

La genómica abre un camino fascinante en el entendimiento del cáncer de manera personalizada y con una medicina de precisión extrema. El Ecuador, debe apuntar a estas nuevas maneras de diagnóstico, pronostico y tratamiento inmerso en la aplicación de tecnologías omicas, caso contrario usaremos medicina arcaica.

Desafíos para la ciencia ecuatoriana

Un análisis de la ciencia en el Ecuador, nos arroja datos curiosos  e interesantes para entender qué pasa con la ciencia nacional y qué pasa con la producción científica del país. El Ecuador ocupa el puesto 71 entre 233 países, en el ranking de investigación mundial para el año 2016 (último registro SCIMAGO).

Estados Unidos está a la cabeza en el mundo con 602 mil artículos científicos, seguido por China 472 mil, España en el puesto 11 con 86 mil, Brasil 14 con 69 mil, México puesto 28 con 21 mil, Argentina puesto 43 con 13 mil, Chile el 44 con 12 mil, Colombia 48 con 9 mil  y Ecuador el 71 con 2249 artículos científicos. Entre las áreas que destacan en la mayor producción científica ecuatoriana son ciencias de la computación, agricultura, Medicina, genética y biología molecular, ingenierías y ciencias sociales.

Para el mismo año 2016 la base de publicaciones SCOPUS, registra 1167 artículos, a la cabeza Agricultura, seguido de Medicina, ciencias sociales, computación ingenierías, ambiente, bioquímica, planeta y Tierra, física y energía. El 70 por ciento son artículos científicos, un 17 por ciento presentaciones en congresos científicos internacionales y 2 por ciento capítulos en libros.

Es interesante observar que un 72 por ciento de trabajos científicos son en colaboración internacional y las citas bibliográficas referentes a los trabajos ecuatorianos por parte de investigadores internacionales abarca a 88 por ciento de las publicaciones. Llama la atención que solo dos revistas constan en el índex mundial: la Revista Ecuatoriana de Neurología y la revista Chasqui.

La presencia latinoamericana en ciencia es importante, aunque intencionalmente menos visible en el mundo de la ciencia no en inglés. El Ecuador mantiene 21 revistas vigentes en Latinindex dedicadas a agricultura, economía y ciencias sociales, Medicina, finanzas y relaciones internacionales, Antropología, alimentos y pesca, educación y multidisciplinarias. Brasil ocupa el primer lugar en producción científica con el 23 por ciento del total entre 36 países con 6 mil artículos, Argentina 15 por ciento puesto 3, Colombia 3 por ciento en el puesto 7 y Ecuador en el puesto 8 con el 2 por ciento de producción en la región con 575 artículos. En Latinindex la mayoría de publicaciones son en ciencias sociales con 12 mil artículos, seguido por medicina 4 mil, artes y humanidades 3.9 mil.

Las cifras hablan por sí mismas. El problema de la diametral brecha de productividad científica entre los países de economías fuertes versus los de economías medias o débiles, es justamente la capacidad de inversión en ciencia y tecnología.

El Ecuador al igual que muchos países se planteó metas de aporte a la ciencia, incluidas en la ley, incluso consta que el Estado debe invertir un 2 por ciento de su PIB en ciencia, pero la realidad dista mucho de este anhelo. Mientras las universidades por ley se les exige y son presionadas para que inviertan el 6 por ciento de su presupuesto en investigación efectiva, el Estado ha descuidado su aporte o es mínimo, situación que provoca un reclamo de los investigadores y una urgente solución.

Por otro lado, el número de publicaciones no es el único parámetro para medir la ciencia de un país, porque puede ser dolosamente manejada. Las cifras son claras en esto, las bondadosas  hablan de 28 por ciento de producción propia ecuatoriana, pero al hacer un análisis por temas, cambia mucho esta percepción. Hay instituciones dedicadas a promocionar su actividad científica en que solo el 10 por ciento de trabajos son realizados en el país, el resto viene por acuerdo con instituciones extranjeras, esto modifica los datos reales, es un engaño público y estadístico, que los evaluadores ecuatorianos no lo consideran.

Por otro lado está la calidad de las investigaciones, el índice de citas de los trabajos ecuatorianos es bajo, con lo cual el impacto de la ciencia nacional es limitado. La única alternativa a esta limitada visión en la inyección directa de dinero a investigaciones emblemáticas, sea el área que sea, y los datos de producción científica nacional están señalando el camino. Si queremos hacer ciencia dura y de impacto debemos apuntar a temas específicos de interés nacional e invertir cantidades altas 2 o 3 millones por centro de excelencia investigativa, evaluándolos de manera simple: cuánto publicas en el país, cuánto dinero te corresponde.

Aunque la presencia regional, Latinindex, es importante en el mundo, no deja de ser verdad, que el impacto es pobre. Cuatro artículos Latinindex equivalen a un Scopus. Claro que esta visión tiene intereses geopolíticos y de finanzas de la ciencia, por lo que deberemos aprender a jugar con las reglas del mundo científico. Como autocrítica al Latinindex y a los autores regionales, parecería que no se pone la misma carga ni rigurosidad en las producciones científicas regionales o locales, con lo cual su impacto es muy limitado. Tal vez es el momento de cambiar a una rigurosidad extrema.

Una queja constante de los investigadores nacionales es la tecno-burocracia de las instituciones estatales. Los procesos, requerimientos, requisitos, permisos, obstáculos, aduanas, costos elevados, etc., para realizar investigaciones en el Ecuador son tremendamente desatinados, complejos, con falta de sentido común investigativos, incluso asignados a personas con poca competencia en las áreas en que los investigadores experimentados si la tienen y comprenden, esto detiene, pospone o anula las investigaciones.

Si el Ecuador quiere despegar en ciencia e investigación, debe cambiar su mentalidad, apuntar a la ciencia seria y apoyarse en sus mejores elementos destrabando el engorroso peregrinaje hasta alcanzar un producto investigativo de calidad e impacto.

Habla serio sobre el cáncer

Llevo años investigando y estudiando el cáncer y cada vez me sorprendo más sobre la serie de teorías falsas y tergiversaciones sobre su origen, la última y la más insólita, la del presidente ecuatoriano, que por decir menos, fue ruborizante el escuchar una serie de argumentaciones confusas, entremezcladas y falsas sobre el cáncer. Más triste fue escuchar que la práctica médica alrededor del cáncer sea menospreciada.

La primera causa de morbi-mortalidad en Ecuador es el cáncer (como entidad gnoseológica). Muchas instituciones y personal de salud sacrifican su tiempo y esfuerzos para combatirlo. Si el estado o quien lo representa, que es el llamado a liderar las políticas públicas sobre esta enfermedad, no se siente satisfecho con lo que ocurre con el cáncer en el país y con sus médicos, es el momento de definir una política clara y equitativa de atención a estos pacientes y una reforma al sistema nacional de salud acorde a su interés, pero nada de esto hemos visto en mi país.

El cáncer desde el punto de vista genético y genómico presenta variaciones importantes en su molécula primordial, el ADN. Hoy se conoce que para su origen se necesita una inestabilidad del genoma, traducido en roturas de cromosomas, luego evasión del sistema de reparación del daño al ADN, esquive de la muerte celular programada (apoptosis), para pasar a la instauración del daño en los genes de cáncer (oncogenes) o genes supresores de tumores, en un medio modificatorio comandado por los micro ARN, todo esto mediado por precisas interacciones moleculares con el medio interno y externo, la llamada epigenética. Solo así el cáncer se instaurará en 8 días o 20 años. Esto al menos nos enseña el empirismo racional, aquí no hay magia ni obscurantismos.

Una vez dados los cambios moleculares, poco se puede hacer poniendo marcha atrás y volviendo por el mismo camino. Hoy sabemos que para activarse un cáncer se necesita la interacción de varios genes en conjunto (cuórum genético), que puede ser entre dos a 400 genes. Las medicinas actuales han revolucionado las terapias al entender las bases genéticas y genómicas del cáncer y cada vez son más efectivas, y poco tiene que ver la meditación.

En el Ecuador necesitamos apoyo para la investigación sobre el cáncer, entender las variantes étnicas y el comportamiento diferencial, conocer las respuestas genéticas a la quimioterapia, desarrollar medicamentos propios, tener a disposición de la población fármacos modernos para curar, plantear ensayos clínicos, encontrar la cura en nuestra biodiversidad, pero poco o nada se hace de esto en el país. El cáncer es más que una teoría descabellada, hay que entenderlo en su base genética y genómica, dejando a los que saben, los médicos su entendimiento y tratamiento.