Autor: Isaac Armendáriz-Castillo
En los últimos años el uso de los cigarrillos electrónicos ha tenido un aumento considerable. No es raro en estos días caminar por las calles o estar atascado en el tráfico, y ver anchas nubes de humo saliendo de las ventanas de los carros o siendo exhaladas por los transeúntes. Globalmente, se estima que el uso de estos dispositivos se ha incrementado en un 80% sólo en el último año. Pero, ¿qué son los cigarrillos electrónicos y cuán dañinos son para la salud?
Los cigarrillos electrónicos o “vapeadores” son dispositivos electrónicos que dependen de una batería para generar calor convirtiendo un líquido saborizado en vapor de agua, el cual es inhalado y exhalado igual que un cigarrillo convencional. Estos líquidos o esencias son comercializados libremente a usuarios de todas las edades en tiendas especializadas o informales, y entre todos sus componentes (algunos de los cuales no están descritos en las etiquetas), se incluyen nicotina a diferentes concentraciones, metales pesados, propilenglicol (líquido aceitoso), glicerina vegetal, fenol (potente fungicida o bactericida), entre otros.
Mi experiencia personal con los vapeadores empezó en 2018 cuando quise buscar alternativas al tabaco convencional. Fue entonces cuando un colega del laboratorio, en busca del mismo objetivo, adquirió uno de estos novedosos dispositivos; y rápidamente nos vimos sumergidos en nuevas experiencias: esencias de cientos de sabores (etiquetados como Chocolate Fudge o Candy Corn), diferentes concentraciones de nicotina, atomizadores modificables, entre otras cosas, que nos resultaron mucho más costosas de lo que invertíamos en los cigarrillos normales. Pero no importaba, aparentemente los vapeadores estaban cumpliendo su objetivo: cambiamos el hábito de fumar por el de “vapear”; y según nosotros, habíamos reducido considerablemente el riesgo de desarrollar todas las enfermedades asociadas a los cigarrillos convencionales.
Una tarde, después de salir del laboratorio, tomando unas cervezas y justamente “vapeando”, nos planteamos las siguientes preguntas: ¿son realmente los vapeadores inofensivos para la salud?, ¿hemos aumentado nuestra dependencia a la nicotina? Estas, entre otras preguntas, nos llevaron a la siguiente idea: investiguemos y escribamos un artículo científico que discuta los efectos nocivos de los vapeadores vs. los cigarrillos convencionales. Al día siguiente empezamos nuestra investigación. Nos causó sorpresa varias cosas: poca bibliografía que reporte la toxicidad de los vapeadores y la más preocupante, ~34% de artículos científicos, que debaten el uso de los vapeadores, presentan conflicto de intereses; es decir, dichas investigaciones han sido financiadas por industrias tabacaleras o de vapeadores.
Considerando dichos factores, empezamos nuestro propio estudio sistemático. Nos enfocamos en artículos que no tengan conflicto de intereses y estudios realizados únicamente con los vaperadores y sus esencias. Después de leer y filtrar varios artículos, identificamos 57 compuestos químicos presentes únicamente en los vapeadores, respecto a los cigarrillos convencionales. La mayoría de estos (~50%) causan irritación a los ojos, a la piel y al tracto respiratorio, lo cual es similar a lo reportado para los cigarrillos convencionales. Alarmantemente, encontramos que 7% de estos compuestos han sido reportados como neurotóxicos (daño al cerebro o al sistema nervioso) y cancerígenos (promueven el desarrollo del cáncer); y 11% siguen siendo estudiados en relación a sus efectos nocivos. Además, 13% de estos químicos causan citotoxicidad (daño a las células), cuyo efecto es diez veces mayor a lo reportado para los cigarrillos convencionales. El resto de compuestos (~20%) producen, en menor medida, efectos adversos en el sistema cardiovascular, efectos conductuales o han sido reportados como dañinos en modelos animales. Afortunadamente aquella idea no se quedó en el bar y nuestro estudio, realizado en el Centro de Investigación Genética y Genómica de la Universidad UTE, se encuentra en segunda fase de revisión por pares para ser publicado en la revista internacional BioMed Research International.
El uso de vapeadores ha incrementado considerablemente en nuestro país, sin regulación en su venta a jóvenes y adolescentes que desconocen sus efectos negativos; los cuales, sin ser fumadores, adquieren este producto por moda o novedad pudiendo desarrollar los afectos antes mencionados o adicción a la nicotina. Existen también reportes de usuarios “duales”, es decir que utilizan ambos sistemas (cigarrillos electrónicos y convencionales) exponiéndose al doble de riesgo que los usuarios de un solo sistema; recientemente, la Organización Mundial de la Salud advirtió que el uso de los vapeadores es igual de nocivo que los cigarrillos convencionales. Como experiencia personal, y en base a nuestro propio estudio, puedo concluir que el vapeador no es una alternativa para dejar de fumar, presenta los mismos efectos negativos a la salud que el cigarrillo convencional y aumenta la dependencia a la nicotina en sus usuarios.
Editado por Carolina Mella y Santiago Guerrero